martes, 6 de mayo de 2014

Un balón (Mikasa) de baloncesto

Un antiguo compañero mío de trabajo, José Manuel Atencia, ha compartido en Facebook un magnífico y recomendable artículo del periodista y escritor David Gistau que se llama "Un tango del 82", en referencia a un balón de fútbol que tuvo de pequeño, publicado en el suplemento dominical XL Semanal.












                                                                                                                                                           El periodista David Gistau

El Tango del 82 era un modelo de balón de fútbol de la marca Adidas y era la pelota oficial del Mundial que se celebró en España en 1982, este verano hará 32 años. 

El artículo de Gistau me ha recordado acontecimientos de mi niñez, de forma parecida que lo hará con los que hayan leído el que ha escrito relato sobre su balón. Yo me voy a permitir el copiarle la idea y relatar algo parecido:

Yo también viví el Mundial del 82 siendo un niño. Me acuerdo que en mi casa se rompió una tele marca ELBE de color rojo que teníamos (exactamente como la de la foto). Se veían los partidos de color morado, presagiando el juego de España. No fue hasta un tiempo después que mi padre trajo un televisor SABA, como la que anunciaba el humorista y actor inglés Benny Hill, ("El que sabe SABA" era el eslogan que decía) con mando a distancia y todo, aunque en aquella época no había mucho que cambiar, sólo había dos cadenas, la Primera y la Segunda de RTVE.

Después de fracasar estrepitosamente la selección en ese campeonato organizado en casa, un tiempo después la España de fútbol lo hizo mejor y disputó el famoso partido que ganó 12 a 1 contra Malta y que la clasificó para la Eurocopa de 1984, donde después de ganar a Alemania con gol de Maceda, perdimos en la final contra Francia, con un gol de falta de Michel Platini que se le coló por el sobaco al portero Arconada.







Esta era la cara que se nos solía quedar a los españoles con la selección...


















Pero ese mismo verano del año 1984 hubo otro acontecimiento que a mi me marcó (y a mucha gente) que fue la consecución de la medalla de plata por parte de la selección española de baloncesto en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, contra unos Estados Unidos en los que jugaba un tal Michael Jordan, que todavía no había llegado a la NBA. Y aquello me gustó más que el fútbol, que no es que no lo haga, pero menos. 


Y por ello mi balón no fue un Tango del 82. El mío fue un Mikasa de baloncesto de color naranja chillón y de goma, claro. A mi no me lo regalaron en la comunión como era norma, mi padre me lo compró por las buenas notas, aunque con la advertencia (también de mi madre) de que no me tenían que regalar nada por cumplir con mi obligación, que era estudiar. No obstante lo tuve y era tal que así:

         La marca Mikasa es japonesa, especializada en balones y fundada en 1917 en Hiroshima.

Y gracias a ese balón, que me llevaba al cole todos los días podíamos jugar los niños de mi clase, tanto en el recreo como después de comer, que me quedaba a comer allí, en el San Francisco de Palma de Mallorca. Los mayores tenían su propio partidillo y ocupaban la mejor cancha. Solo unos pocos de los pequeños eran elegidos para completar su encuentro, en reducido número, dos o tres a lo sumo, y para serlo debíamos ser capaces de encestar tiros libres para eliminarnos entre los enanos. Por eso nunca he tirado del todo mal los tiros libres. Por la cuenta que me traía, pués hay que reconocer que la pachanguita entre nosotros los de cursos inferiores era un poco "mierder", comparada con la de los mayores. Y luego casi ni tocaba bola, era un paquete, pero había metido mi tiro libre... algunas veces con mi Mikasa.

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