miércoles, 26 de octubre de 2016

Eramos pocos y...


Partido entre el Estrella Roja de Belgrado y el Barcelona de Euroliga: Contemplo con envidia que el equipo local cuenta en su plantilla con doce serbios y dos norteamericanos (uno de ellos nacionalizado).

Sin duda este hecho guarda relación con esa cancha abarrotada de hinchas fanáticos del equipo de su ciudad; en esta ocasión no se trata de la mítica sala Pionir, de la que se puede leer este interesante artículo de la revista Gigantes, sino del Kombak Arena de Belgrado, que se ha confirmado como sede de la Final Four de 2018.

Cuando estoy pensando en ello, sucede que en un tiempo muerto tras dos triples seguidos (bastante lejanos) de los serbios, el nuevo entrenador del Barcelona, Georgios Bartzokas, pilla un rebote pero no en la zona precisamente, y más cabreado que una mona la emprende a gritos con Pau Ribas, que mira hacia otro lado, mientras su técnico tira con violencia la pizarra al suelo.

Al españolito le grito, con el americano Rice u otro extranjero no me atrevo. (A mi compatriota el griego Perperoglou ya lo tengo allí bien arrinconado en el final del banquillo)


En la jugada siguiente, Ribas hace un mal gesto, se cae y se lo tienen que llevar lesionado en una camilla. Posteriormente los comentaristas de Movistar Plus confirman que se trata de una lesión en el tendón de Aquiles, que suele ser gravísima. Pau ya venía de otra lesión que le impidió jugar los Juegos Olímpicos este verano con España y empezar la temporada con su club.

¿La lesión es fruto de la bronca? Seguramente que no, pero si a mi me grita de esa forma mi jefe, centrado no estoy precisamente en un rato.

Lo de Cabezas


Y tras finalizar el partido con victoria contundente de los serbios leo en un comunicado aséptico (como define la RAE, frío, neutral, sin pasión) que Carlos Cabezas abandona el Montakit Fuenlabrada. Si se tratara de fútbol, sería una noticia que abriría todos los telediarios, pero como es baloncesto hay que bucear en internet para descubrir que las ha tenido con su entrenador, Jose Ramón Cuspinera.


Desconozco lo que ha pasado entre ellos, pero desde fuera la gestión de lo sucedido no parece muy brillante si termina con un jugador de esa categoría (Campeón de Liga y Copa ACB con Unicaja, del Mundo y de Europa con la selección española y que además no había empezado nada mal la temporada) fuera del equipo.


Hace un año o así asistí a una conferencia de Cuspinera que me pareció un gran docente que explicaba muy bien su baloncesto. ¿Tendrá que ver de nuevo con lo que comenté del idioma? Como los equipos españoles están saturados de extranjeros que no se enteran de lo que que les quiere transmitir su jefe en el casi siempre patatero inglés hablado por los españoles, pues este paga su frustración con el que sí le entiende. La espoleta puede ser un mal partido como el que jugaron en Gran Canaria donde perdieron de más de cincuenta puntos (111 a 60) el 23 de octubre. Ese día Cabezas jugó cuatro minutos. Y eso que venían de una importante victoria en Eurocup ante el Khimki ruso. Pero también de un par de ruedas de prensa de Cuspinera en las que criticaba duramente a su equipo en público. A veces es mejor contar hasta diez y no perder los nervios, lo que puede ser peor... que una mala tarde la tiene cualquiera y el otro también juega.

Lo que coincide en ambos casos (Ribas y Cabezas) es que el entrenador, sea extranjero o español, pierde los nervios con el jugador nacional.

Con los pocos jugadores españoles que hay para que encima nos quedemos sin otros dos...  

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