Partido entre el Estrella
Roja de Belgrado y el Barcelona de Euroliga: Contemplo con
envidia que el equipo local cuenta en su plantilla con doce serbios y
dos norteamericanos (uno de ellos nacionalizado).
Sin duda este hecho
guarda relación con esa cancha abarrotada de hinchas fanáticos del
equipo de su ciudad; en esta ocasión no se trata de la mítica sala
Pionir, de
la que se puede leer este interesante artículo de la revista
Gigantes, sino del Kombak Arena de Belgrado, que se ha confirmado como sede
de la Final Four de 2018.
Cuando estoy pensando en
ello, sucede que en un tiempo muerto tras dos triples seguidos (bastante lejanos) de los serbios, el nuevo entrenador del Barcelona,
Georgios Bartzokas, pilla un rebote pero no en la zona precisamente,
y más cabreado que una mona la emprende a gritos con Pau Ribas, que
mira hacia otro lado, mientras su técnico tira con violencia la
pizarra al suelo.
Al españolito le grito,
con el americano Rice u otro extranjero no me atrevo. (A mi compatriota el
griego Perperoglou ya lo tengo allí bien arrinconado en el final del
banquillo)
En la jugada siguiente,
Ribas hace un mal gesto, se cae y se lo tienen que llevar lesionado
en una camilla. Posteriormente los comentaristas de Movistar Plus
confirman que se trata de una lesión en el tendón de Aquiles, que
suele ser gravísima. Pau ya venía de otra lesión que le impidió
jugar los Juegos Olímpicos este verano con España y empezar la temporada con su
club.
¿La lesión es fruto de
la bronca? Seguramente que no, pero si a mi me grita de esa forma mi
jefe, centrado no estoy precisamente en un rato.
Lo de Cabezas
Y tras finalizar el
partido con victoria contundente de los serbios leo en un comunicado
aséptico (como define la
RAE, frío, neutral, sin pasión) que Carlos
Cabezas abandona el Montakit Fuenlabrada. Si se tratara de fútbol, sería
una noticia que abriría todos los telediarios, pero como es
baloncesto hay que bucear en internet para descubrir que las ha
tenido con su entrenador, Jose Ramón Cuspinera.
Desconozco lo que ha
pasado entre ellos, pero desde fuera la gestión de lo sucedido no
parece muy brillante si termina con un jugador de esa categoría
(Campeón de Liga y Copa ACB con Unicaja, del Mundo y de Europa con la selección
española y que además no había empezado nada mal la temporada)
fuera del equipo.
Hace un año o así
asistí a una conferencia de Cuspinera que me pareció un gran
docente que explicaba muy bien su baloncesto. ¿Tendrá que ver de
nuevo con lo que comenté del idioma? Como los equipos españoles
están saturados de extranjeros que no se enteran de lo que que les
quiere transmitir su jefe en el casi siempre patatero inglés hablado por los
españoles, pues este paga su frustración con el que sí le entiende. La espoleta puede ser un mal partido como el que jugaron en Gran Canaria donde
perdieron de más de cincuenta puntos (111 a 60) el 23 de octubre.
Ese día Cabezas jugó cuatro minutos. Y eso que venían de una
importante victoria en Eurocup ante el Khimki ruso. Pero también de un par de ruedas de prensa de Cuspinera en las que criticaba duramente a su equipo en público. A veces es mejor
contar hasta diez y no perder los nervios, lo que puede ser peor... que una mala tarde la tiene cualquiera y el otro también juega.
Lo que coincide en ambos casos (Ribas y Cabezas) es que el entrenador, sea extranjero o español, pierde los nervios con el jugador nacional.
Con los pocos jugadores
españoles que hay para que encima nos quedemos sin otros dos...