19 de enero de 2013. Tarde aciaga en Torrejón de Ardoz. Derrota del equipo que entreno este año, el junior masculino del Joyfe. Frío que pela, estamos en pleno temporal de invierno. Una odisea para encontrar el pabellón, en realidad una carpa con miles de rendijas por las que se cuela el aire.
Jorge, mi segundo entrenador, y yo nos hemos perdido antes
de llegar (para ser justos yo, que para eso conducía). Aún llevando indicaciones
y mapa impreso de Google maps, he encontrado una bifurcación de la que no
advertían. O polígono industrial o carretera M-115. No pone nada de Torrejón de Ardoz. Cincuenta por ciento. Elijo la
carretera, que en el partido que jugamos en Colmenar Viejo recorrí tres
polígonos antes de llegar.
Error. Torrejón queda a la derecha y vamos hacia una autopista de peaje. Sufro por
enésima vez esta temporada la angustiosa sensación de que me alejo cada vez más
del sitio adonde quiero ir y no voy a llegar a tiempo al partido. Llegamos a
otro polideportivo, llamado Jorge Garbajosa en honor al pívot torrejonense. Siempre
encuentro el sitio donde no jugamos. Me detengo para preguntar y claro, me
encuentro con el tonto del pueblo que me mira con cara de feroche y no articula
palabra. Parece que tengo un imán. Natural, de gilipollas a gilipollas. Al
final unos señores muy amables, que parecen conductores de los autobuses
estacionados allí, me dicen que estoy muy perdido… lo se, amigos, lo se… pero
me indican bastante bien. Aunque antes me preguntan si no tengo GPS. Si tuviera
no estaría preguntando, alma de cántaro…
Este lo encontré a la primera...
Inciso GPS. No, no tengo GPS, tengo un Fiat Punto de 10 años
que me lleva y espero que tarde en romperse. Y en el móvil… ¿no tienes guachaps?
Pues tampoco, pero mi casa llena de cacharros, por no hablar de los de la
cocina, y por lo visto aún me faltan unos cuantos de los obligados por esta
sociedad de consumo. Pues sin guachaps no eres nadie. Yo ya soy nadie con ello o sin
ello.
A continuación del pabellón Garbajosa está el parking de un
gigantesco centro comercial y claro, he terminado allí dentro, entre miles de coches y carritos de la compra en pleno sábado por la tarde. Al final
Jorge, que sí tiene smartphone, ha logrado conectarse a la señorita GPS que ha
dicho que tomemos la tercera salida de la de la décima rotonda del pueblo en un
tono de descojone que me ha mosqueado un poco… pero llegamos… de milagro. Y eso
que a su teléfono se le agotó la batería, que están hechos para romperse.
Yo hasta que no muera mi Nokia (así casi quiebran los finlandeses, por hacer
teléfonos que duren) no lo cambio. Además cuando era pequeño y mis padres trabajaban, una chica finlandesa llamada Tula, venía a casa a cuidarnos a mi hermana y a mi y desde entonces soy fiel a las finlandesas.
Con la cara que se te queda después de perder el partido y me he vuelto a liar para salir de
Torrejón. ¡Quiero salir de aquí! ¿Será posible que no haya una indicación para
ir a Madrid? Los de los pueblos se creen que todo el mundo es de allí y saben
cómo ir a los sitios.
Inciso Pueblo: Muchos me dirán indignados, sus habitantes en
especial, que Torrejón no es un pueblo, al igual que los de Colmenar y otros
sitios donde hemos jugado este año. Es que tiene más 125.000 habitantes y ya es
una ciudad… Pues no, queridos, no son urbes planificadas, sino horribles polígonos industriales alrededor de los cuales han puesto un centro
comercial, casas y miles de rotondas. Ni siquiera una iglesia o algo digno de
ver.
Pero esto no es exclusivo de Madrid, cuando entrenaba en
Cataluña ya di miles de vueltas a las rotondas y pueblos en busca del pabellón
perdido, y recuerdo lo que tardamos en encontrar el polideportivo Juan
Gómez Juanito de Fuengirola con el
equipo de Maristas de Málaga en 2009. Y eso que nos llevaba un autobús puesto
por el club. Ahora con la crisis no hay dinero para autobús y que cada uno se
arregle para llegar al encuentro.
Por cierto, ya podrían los de las federaciones agrupar a los equipos por cercanía, para ahorrar un poquito, digo yo. Eso por no hablar de la calidad de las instalaciones deportivas…
Por cierto, ya podrían los de las federaciones agrupar a los equipos por cercanía, para ahorrar un poquito, digo yo. Eso por no hablar de la calidad de las instalaciones deportivas…
En esta rotonda, al lado de la Calle Amoniaco y cerca de la calle Oxígeno
(no es coña, que se llaman así), estuvimos dando vueltas.
El Fiat Punto de la imagen no es el mío
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